Imagen solo enlazada
—Es un político
honrado, sincero y que busca genuinamente el bien de la gente. Ni
siquiera está impulsado por un perverso y oculto deseo de poder.
—Pero eso es, es... imposible —Dijo el ayudante del profesor.
—Exactamente
Cuasimodo, es imposible.
—¿Pero, entonces
como puede existir?
El profesor, se
quedó pensativo unos instantes y tomó unos documentos de encima del
vetusto escritorio. —Solo habrá de firmar estos documentos para que
sea oficialmente un político y después...
—¿Y después,
profesor?
Absorto, continuó
hablando, sin siquiera darse cuenta de la pregunta de su ayudante. —Le he llamado Omega. Sí, ese es su nombre. Muy adecuado. Omega.
Cuasimodo. Algo imposible no puede existir ¿verdad? —Cuasimodo hizo
gesto de responder, pero el profesor continuo hablando sin dejarle
espació— Pero ¿Y si existe? En la geometría euclidiana, las
paralelas nunca se encuentran, pero y si lo hacen... entonces esa
geometría no podría existir. Y de hecho la geometría en la que no
se cumple el quinto postulado de Euclides se la conoce como Geometría
no euclidiana. Es otro universo.
—Profesor no
entiendo nada.
—Eso no es ninguna
novedad querido Cuasimodo. Si dos más dos no son cuatro, o la
relación es un error o las reglas del álgebra son falsas. Las dos
realidades no pueden existir a la vez. ¿Sabes lo que pasará cuando
Omega firme el papel y se convierta en un político honesto?
—Her Profesor... le he
visto desmembrar y recoser cadáveres, sacar criaturas viscosas
y ululantes de grandes frascos... pero ahora me está usted dando
miedo.
El excéntrico
científico alargo los documentos a Omega, junto con una bella
estilográfica y este firmó.
Silencio, un
silencio como nunca hubieran no oído. Omega brilló. Parecía que
estuviera dentro de una finísima película plástica que se extendía
en todas direcciones distorsionando ligeramente la visión de lo que
estuviera al otro lado. El profesor miró a Cuasimodo y encontró su
espantada mirada, lo vería como a través de una cortina de aire
caliente. El espació vibraba en si sí mismo. Un trilobites se
contraría agónico en el suelo. Sobre sus cabezas pudieron ver el
cielo estrellado y una enorme estrella gigantesca y agonizante que se
esfumo de golpe para volver a ser el sol que la humanidad conociera.
Mirar a Omega hería los ojos.
De repente el cosmos
implosionó. El tiempo y el espacio dejaron de existir y entonces,
una vez más, la luz se hizo. Y en ese universo, en algún ligar, en algún momento; un político honrado sería posible.
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