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El profesor lo miró irritado. —Descontamínese de todas esas estupideces —le espetó sin dejar de fruncir el ceño.—¿No se leyó mi último artículo verdad?. Smith.
—Bueno, le eche un ojo.
—No le hecho usted una mierda, si no no diría esas cosas, ¿en serio pretende trabajar en este laboratorio?
Ese profesor no era el que le aceptó dirigir su tesis en aquel entonces. Smith se cubrió de una cerea seriedad. Recordaba perfectamente como era Norris antes de su metamorfosis, un alegre y seguro profesor de física de unos 35 años y que ahora a sus cuarenta años parecía un hombre de unos setenta. Es un caso de progeria único en el mundo, en los demás casos se produce una suerte de vejez prematura en los niños, pero para el profesor, fue de un día para otro. A eso le siguió una serie de éxitos extraordinarios, en los últimos años había recibido 3 premios nobel consecutivos. Para este año se rumoreaba a parte del de física se había hecho acreedor de alguno más. Sus artículos eran revolucionarios. Todos. Si otros científicos eran unos genios, Norris se había transformado en un dios. Sin embargo, su cerebro era perfectamente normal para un hombre de setenta años que solía realizar actividad intelectual. El problema, claro está, es que no tenía esa edad.
Tras unos segundos de silencio contestó. —Señor Norris, creo que me voy a ir si no le importa. De entre el rostro y los papeles de Norris emergió un "haz lo que quieras", que empujó al joven hacia la puerta.
Cuando este, más contristado si cabe, se acercaba a la puerta con la intención de no volver jamas, Norris se levantó.
—Smith. !No, espere!... Discúlpeme. — Y Smith se detuvo, parecía que iba a echarse a llorar de un momento a otro.
El profesor continuo —Ese artículo es muy importante para mi, más que ningún otro. Es algo que no recuerdo haber hecho pero sí que... en una situación muy parecida, usted no volvió más, realmente no es que tenga importancia... cosa que no quiere decir que no le aprecie, pero lo recordé muchos años y me hacia sentir mal.—Smith no entendió nada, parecía que el profesor, finalmente estaba claudicando a su terrible enfermedad.
—Acepto sus disculpas, pero de todas formas preferiría irme a descansar, ya es casi de noche.
—¿Sin rencor, Smith?
—Si claro profesor, no es que esté siendo usted muy amable pero mañana volveré, cuídese. —Su pena y rabia se había transformado de repente en piedad. Esos cambios de humor, esas frases incoherentes donde confunde futuro y presente, no eran más que una nueva faceta de la extraña progeria de Norris, sin duda algún tipo de demencia ¿cuanto tiempo podía quedarle?
—Tenga y que descanse. —Dijo Norris, alargándole unos papeles.
Al salir, miró los papeles, era un articulo con fecha de hacia un par de días: Continuidad temporal en la reversión unilineal, sus implicaciones en el viaje temporal.
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