lunes, 27 de junio de 2016

Don't feed the troll

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El ciudadano medio cuando cada cuatro años elije una papeleta entre un puñadito y la pone en una urna no se siente menos que George Washington firmando la constitución de Estados Unidos. Es una suerte de comunión laica, solo que se reemplaza la papeleta por la ostia y la urna por la boca.
Así, los que trabajan en el arte de mentir y manipular pueden continuar diciendo que están legitimados.

¡Si no votas no te quejes! Se suele decir. Pero, ¿y si votas? Eso te hace cómplice, incluso de lo que no votas. Tú, votante, legitimas el sistema.

Aunque no votaras al Sr. Aznar, estaba legitimado para apoyar los bombardeos a Irak. ¿Y la voluntad directa del pueblo? ¿Quién escuchó las manifestaciones?

Entonces, ¿no sería mejor votar las decisiones y no a las personas? Pero eso no interesa, mejor vamos a las urnas cada cuatro años, ponemos nuestra papeleta y nos vamos con la conciencia limpia, no como esos que no votan. Después que hagan lo que quieran yo voté al otro.

No digo que exista un sistema mejor, solo que este es una burla. Al final oligarquías, intereses fácticos y situaciones históricas son las que encauzan el destino de los pueblos.

Negocios o descubrimientos suben o hunden a los pueblos. La actitud de los políticos es como la del surfista que intenta hacer creer que él crea la ola. La máquina de Watts o la penicilina han hecho más por el trabajador que 1000 Lenins. Internet ha hecho más por los negocios que 2000 Thatchers.

Las políticas de un país cambian cuando la población cambia. ¿Qué va a cambiar en un país donde se torturan toros por diversión y uno de los mayores orgullos es que el equipo de fútbol nacional triunfe? Eso es lo que ha de cambiar y entonces cambiará la política (pese a que el gobierno de un país no obedece solo a las representaciones que escenifican los políticos).

A mi parecer, el votante fantasea con la causalidad. No es que sienta que el votar sea inútil, es que lo percibo como una burla. Si los políticos quieren saber que han de hacer solo han de preguntarlo, yo se lo digo. Pero no quieren eso, no quieren preguntar al ciudadano, solo que cada cuatro años vayas a elegir entre un puñadito de papeletas y para casa.

¿No votar es inútil? No lo creo. En Egipto en 2013 Al Sisi ganó las elecciones con un 93% de los votos pero con un 54% de abstención. Saben que fue lo siguiente que pasó, la primavera árabe.

¿Sabéis cual fue el año con mayor abstención en número total de la democracia española? A ver si lo adivináis. ¡Exactamente! el que coincide con los movimientos del 15M (lo he mirado año por año, elecciones al congreso: 1977, 1979, 1982, 1986, 1989, 1993, 1996, 2000, 2004, 2008, 2011  http://www.infoelectoral.mir.es/min/busquedaAvanzadaAction.html). Así que la máxima abstención coincide con el mayor avance “de verdad” hacia la participación ciudadana.

La cuestión es que todo el mundo sabe que con los trileros no se juega, pero después no lo generalizan a los trileros más gordos de todos. Seguirles el juego es la mejor forma que el sistema se perpetúe. ¿Entonces anarquía? ¿Eso? En absoluto. La clave está en la sociedad misma, no en los políticos. Es la primera la que ha de cambiar y entonces la política lo hará. A la inversa no sucederá nunca. ¿Y como se cambia la sociedad? Muy fácil. Cambiando a los individuos (Igual en nuestro caso la única esperanza es como en “ la invasión de los ultracuerpos” o la original “La invasión de los ladrones de cuerpos”).

Como nota adicional y tangencialmente relacionada, recomiendo la lectura de “Qué difícil es ser Dios” de los hermanos Strugatski (existe la versión cinematográfica, “El poder de un dios” 1990), donde un visitante observa la maduración de una sociedad medieval de cierto planeta sin intervenir, pero sintiendo en su carne y espíritu su miseria.

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