Claude Lévi-Strauss, antropólogo de referencia, decía que los alimentos se comen de tres formas, cocidos, crudos o podridos.
Sin duda, si debiera ofrecer una comida representativa de la humanidad a unos visitantes interplanetarios me decantaría por milenarios, y en ocasiones sagrados, alimentos podridos.
El Queso de Cabrales es sencillo y extraordinario como el amor verdadero. Ácido y embriagador, su profundo aroma monopoliza el sentido del que lo prueba. Es franco y rotundo. Con el Cabrales tal como con el amor cierto no valen las medias tintas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario