Fratello Metallo (Imagen sólo enlazada)
Todavía recuerdo la jadeante voz de mi viejo maestro tras sus barbas, gastada como debe sonar la mía ahora.
El oro es codiciado por lo costoso de encontrarlo y arrancarlo de la tierra, pero descubrirás que obtener la sabiduría lo es más. Ahora, la mayoría de los libros de esta biblioteca te están cerrados por mucho que puedas pasar sus páginas y cantar sus signos. Un libro te abrirá otros. Esfuérzate por encontrar esas llaves.
Huye de las vanas reflexiones, de la palabrería sin pruebas ni demostraciones aristotélicas. Mucha palabra estéril acudirá a tu mente en tus horas de encierro, no la ensucies todavía más con el vómito de otros.
Para aprender virtud, fíjate en las criaturas del Señor, excepto en esta que se le descarrió. No pongas tu esperanza en el rico y poderoso ya que se deben a muchos amos. Se íntegro con los humildes y te ofrecerán ojos y manos y el Santo te abrirá senderos por donde no se puede pasar a caballo.
Podría revelarte algunas realidades, pero te serían más un lastre que una ayuda.
Ésta es toda la enseñanza que tengo que darte. No hay más.
A partir de ahora me traerás una jarra de vino cada mañana (sin que se entere el prior) y te ocuparás de tus tareas.
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