miércoles, 26 de mayo de 2021

Relato de ciencia ficción escrito por una inteligencia artificial

 Este relato ha sido escrito con la inteligencia artificial GPT3. A partir de ciertos imputs de texto el sistema va siguiendo la historia. Podemos decir que es una escritura guiada.

Aterrizaje en Andromeda


El cosmonauta salio de la abollada cápsula. Su traje todavía estaba intacto. El aire de la noche era caliente y húmedo. La ciudad, a su alrededor, estaba en ruinas. El suelo era una mezcla de barro y ceniza. Algo había sucedido pero era difícil saber el qué. ¿Una guerra atómica? ¿El ataque de una civilización alienígena? Quien sabe. La cuestión es que él estaba vivo. Se dio por vencido y decidió acostarse en la cápsula. Estaba cansado, sucio y con el cuerpo dolorido. Cerró los ojos y se durmió.

Cuando despertó, una bella mujer estaba a su lado. Era alta, de piel clara y pelo negro. Vestía una túnica con dibujos geométricos. Le sonreía.

-¿Quién eres?- preguntó él.

-¿Nunca te he visto antes? Yo te conozco.

El cosmonauta se dio cuenta de que su rodilla estaba curada.

-¿Qué pasó? ¿Qué me pasó?

-Quieres decir qué pasó contigo. No te preocupes, te curamos.

-¿Cómo?

-Eres demasiado primitivo para comprenderlo, pero no temas. No tardaras en entenderlo.

El cosmonauta se levanto y miró con fijeza a la mujer.

-¿Qué habéis hecho con todos? ¿Los habéis matado?

-No, nosotros no somos así.

-¿Qué hacéis aquí?

-Estamos aquí para curar.

-¿Entonces por que está la colonia destruida? ¿quien ha hecho esto? ¿Y la gente? ¿Donde están?

-Todos han muerto, pero no por nuestra culpa. No hemos hecho nada.

-¿Qué queréis decir? ¿Quienes sois vosotros? ¿quienes sois?

-Somos los guardianes del Universo. Los que ayudan a todos los seres. Los que ayudan a todos los que están cerca de la muerte para que puedan ser curados y puedan vivir. Pero llegamos tarde.

El cosmonauta dio un paso atrás. Él nunca había visto a nadie de esa forma antes. Sintió miedo.

-¿Podrías ayudar a los que están muertos?

-No, eso es imposible.

-Entonces, ¿qué hacemos aquí?

-Solo nos queda ayudarte. Eres el último de tu raza. Quizás quieras unirte a nosotros como un guardián más. Somos los grandes huérfanos de la galaxia seres únicos, los últimos de su especie. Y ahora tu eres el último de los humanos.

-No, no quiero serlo. Déjame en paz.- Dijo el cosmonauta y salió corriendo de la  extraña mujer.

El cosmonauta corrió y corrió hasta que se agotó. Luego se tumbó en la hierba. El suelo estaba cubierto de hierba y flores. Se quedo allí tumbado unos momentos. La mujer volvió a aparecer. Detrás la seguían otras formas, extrañas. Sin embargo las envolvía cierto halo de benignidad.

-Yo no puedo aceptarlo. No quiero. Eres una forma de vida superior. Una civilización más evolucionada. Pero preferiría morir como el último humano. Por favor dejadme morir aquí. Los alienígenas se miraron entre ellos.

-Bueno, quizás los humanos no estén lo suficientemente evolucionados -suspiro uno de ellos.

-No, no podemos dejarlo asi -dijo otro.

-¿Por qué no si es su voluntad?

-No, no podemos.

El cosmonauta se levanto. Miró a los otros extraterrestres.

-No quiero que ninguna cosa me ayude. Se que ha llegado mi fin.

Entonces saco su pistola láser y la apuntó sobre su sien.

-¿Qué haces? espera, espera.

Los extraterrestres no pudieron hacer nada. El cosmonauta apretó el gatillo. La pistola disparo. El cosmonauta se cayó al suelo.

De repente el sargento despertó en la sala de simulación. Había superado el test de deserción. Era el último paso que le quedaba para ser capitán de navío estelar. El sargento se levanto de la cama.

-¿Termino?

-Terminado. Aunque no fuiste muy brillante.

-Fue algo muy real, creí que era real. Todavía estoy aturdido.

-Es normal. Así ha de ser. ¿Te apetece una cerveza capitán?

El sargento no respondió. Se quedo mirando la nada. Se quedo asi un rato. Después, pareció despertarse.

-¿Estas bien capitán?

-Sí, claro. Solo que me suena raro que me llames capitán. Pero si, vamos a por esa cerveza.

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