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En tareas intelectuales exigentes que han de ejecutarse bajo presión, como resolver problemas matemáticos en un examen o realizar la mejor jugada en una partida de ajedrez, el quedar perplejos por algo inesperado o confuso puede tener resultados catastróficos.
En tareas memorísticas, como responder lecciones aprendidas, el efecto puede no ser tan acusado, aunque es de todos conocidos el fenómeno de “quedarse en blanco”. En ese otro tipo de tareas, la sorpresa puede llevar a quedarse bloqueado. Utilizaremos dos ejemplos del caso del ajedrez, existe un dicho cuyo origen desconozco que reza: “Un jugador sorprendido esta derrotado a medias”. A poco que lean algo sobre este juego, se percatarán del gran peso que se le da a la integridad psicológica del jugador. Por citar otro ejemplo representativo: el eslogan del cartel del encuentro que disputaron Kasparov y Deep Blue en New York en 1997, tenía el texto: “¿Cómo se hace pestañear a una computadora?" . Sin duda un jugador de ajedrez o un alumno de matemáticas confuso ante su tarea, esta medio derrotado o medio suspendido.
En el caso de los problemas matemáticos, tengo la experiencia de quedarme hipnotizado frente a un problema incomprensible, pensado en que no me daría tiempo a terminar el examen. Para pasar a resolver otros apresuradamente e incluso confundir la hora tope de entrega del ejercicio, librándolo 30 minutos antes de lo exigido, para después, más tranquilo ver que algunas preguntas estaba preguntando “realmente” esto u aquello, pareciéndome mucho más fácil.
Soy un neófito pésimo en el ajedrez, pero también he podido sentir el problema de la ofuscación confusa en él. En alguna ocasión, el hecho de perder alguna pieza imprevistamente hace que me lance a arriesgar otras de forma tonta e injustificada, en jugadas pésimas para las que “no he visto” sus consecuencias catastróficas.
De hecho existe el término “ansiedad matemática” que Mark H. Ashcraft, define como “una sensación de tensión, aprensión o miedo que interfiere en el rendimiento matemático”. Muestra su efecto en los siguientes términos: “La ansiedad matemática interrumpe el procesamiento cognitvo al comprometer la actividad de la memoria de trabajo” [1].
Personalmente no creo que sea una ansiedad particular de la matemática sino un fenómeno de alerta que interrumpe ese tipo de actividad intelectual. Tal vez podríamos considerarlo una pérdida súbita de concentración (de ahí el bloqueo de la memoria de trabajo al que se refiere Ashcraft) y a que la inquietud ante la tarea active el sistema de “sálvese quien pueda”, cosa que no deja mucho espacio a la reflexión eficaz, que es precisamente lo que demandan las tareas intelectuales de resolución de problemas complejos.
[1]. Ashcraft, M.H. (2002). Math anxiety: Personal, educational, and cognitive consequences.Directions in Psychological Science, 11, 181-185.
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