Montaje en Saatchi Gallery (imagen solo enlazada)
El Limbo es una antesala, un lugar de triste espera. En el Limbo los pasillos están llenos de
puertas numeradas que sus habitantes olvidan. Es el sitio perfecto para deambular
desorientado. Allí los relojes son blandos como sesos y las conversaciones
suenan como un tic-tac.
Las copas de vino están ya cabeza abajo y los bistecs se
sirven triturados. Y la infancia retorna para desperezarse ante el ocaso y se
acurruca al lado de su amo por las noches como un perrillo.
Y en el Limbo zumban los ángeles de blanco amarillento con
sus hélices manchadas de sangre y excrementos empujando carritos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario