Si usted lee esto por casualidad, por aburrimiento o por cotillear, pierde su tiempo estúpida y vilmente. Internet está llena de otras sandeces que seguramente le reportarán mayores satisfacciones que la que obtendrá de un articulillo pseudoprivado que no tengo tiempo de desarrollarle. Pero... también es posible que sea una de esas rara avis que pasan por aquí que saben que las mejores respuestas son aproximaciones, que no juzgan despectivamente lo que no se molestan en entender, ni rebuznan ante sus amigos y compañeros las gansadas de la Esteban. Para usted, desearía que estas simples notas le señalen pistas sobre algunos temas, que quizás, en algún momento despierten su curiosidad, a la vez que ruego que disculpe mi grosera introducción.
El otro día, acompañado de una ninfa, en un sótano de una librería de la ciudad condal encontré un par de estanterías de oferta de libros de psicología. Entre los que obtuve se encontraba uno que me llamó poderosamente la atención. No tenía forma de juzgar su interés, siquiera histórico, pero intuitivamente me sentí inclinado a adquirirlo.
El “Proyecto para un cerebro” de W.R. Ashby, trata sobre su homeóstato. Un aparato que él llamaba “un isomorfismo hecho máquina”. Incluso Turing se puso en contacto con él para hacerle sugerencias. La revista Times dijo en el 1949 que era la cosa más parecida a un cerebro sintético que jamás había construido el hombre. [Fuente]
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Aquí tienen una reseña que no me he terminado de leer en castellano sobre el libro, de las que le señalo un interesante fragmento.
“Cuando se altera el equilibrio en distintas formas, el homeóstato acaba por recobrarlo, siguiendo caminos diferentes, según sean las características de la alteración producida. Lo que es más, hasta cuando el homeóstato se encuentra trastocado o dañado parcialmente, sigue encontrando la manera de volver al equilibrio; ya que, al igual que el cerebro, el homeóstatoes capaz de sustituir las funciones de las partes mal conectadas o dañadas, mediante la acción de las partes que han quedado inmunes. La estabilidad del homeóstatoa propiedad del sistema en conjunto, que no se puede atribuir a ninguna de sus partes por separado, aunque implica cierta coordinación entre las acciones mutuas de esas partes.”
Y aquí una nota de Wikipedia sobre el autor.
Precisamente hace poco me leí un capítulo sobre psicopatología del libro de N. Wiener, “Cibernética o el control y comunicación en animales y máquinas”, en el que supongo que se hace la primera, y seguramente mejor, alegoría entre el software y la mente y el cerebro y el hardware. Precisamente, nuestro amigo Ashby (psiquiatra de profesión) se enfrascó en sus estudios sobre retroalimentación poco después que Wiener empezara a señalar su importancia. También, les apuntaré un par de articulillos curiosos de Toro y otros de 1997 que parece que explora un poco la analogía entre cerebro y modelos electrónico-matemáticos (por definirlo de algún modo), aunque creo que con escaso criterio y fundamentación (quizás se pudiera aprovechar alguna referencia). Por ejemplo citan el libro de Montserrat, con el título “Psicológica y psicopatología cibernética”, me da la impresión que debe hablar sobre sistémica.
Para finalizar, les recuerdo que esto solo son unas notas rápidas, disculpen, errores, imprecisiones y gratuidades.
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