martes, 15 de agosto de 2006

Piratas del Caribe.

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria, la mar.


Este conocido poema de Jose de Esponceda (aquí un fragmento), exalta la imagen del pirata como máximo exponente de los valores del romanticismo español: “La canción del pirata”, al menos cuando yo era joven, era pieza ineludible en las lecturas escolares. Destila un poético idealismo que no deja de ser la esencia del romanticismo.

Aunque vivamos en una sociedad pragmática. Seguramente. Tal vez. A lo mejor... El ser humano siempre será idealista. Cosa que tampoco es necesariamente buena. -Se puede ser un idealista y un genocida (suele ir asociado)-.

Es posible que nuestro idealismo natural, no sea más que un reflejo de nuestra propia naturaleza: La herencia de los mecanismos mentales que nos han permitido sobrevivir hasta ahora.

De todas formas, seamos idealistas o pragmáticos, la película es distraída y el poema de Esponceda, hermoso.

Nota: En principio no tendría porque existir diferencia ética entre pragmatismo e idealismo. Teniendo en cuenta que, el pragmático estúpido sería el cabrón de toda la vida i el idealista necio el que padece miopia vital.

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