lunes, 21 de agosto de 2006

El regalo de los dioses


Según los griegos -que no se que serían, pero un pelo de tontos no tenían (rima)- : La técnica y la ciencia nos la entrego en forma de fuego; Prometeo. Un titán que como castigo, terminó encadenado a una roca en donde un águila le devoraba a diario el hígado.

El que sí era un dios afortunado era Dionisio -casualmente mi abuelo se llama así-. Y como es bien sabido, su regalo fue el vino. Por lo que se sabe, ni hombres ni dioses se quejaron de este regalo. Es más, Dionisio fue uno de los dioses con mayor número de seguidores.

Actualmente Baco continua siendo bien considerado, como recogen esta pequeña colección de coplas:

Aunque me ves,
que me ves, que me caigo,
es una chispa de vino,
morena, que traigo.

Si canto me llaman loco
y si no canto cobarde;
si bebo vino, borracho
y si no bebo miserable.

Al llegar a la taberna
lo primero que pregunto:
si la tabernera es buena
y si el vino es de mi gusto.

Este vino es vino tinto,
vino de tinto licor;
que al hombre sin ser obispo
lo hace ser predicador.

El que no fuma ni bebe vino,
el diablo le lleva por otro camino.

El tabaco, el vino y la mujer,
al hombre echan a perder,
pero si los toma con medida,
al hombre le dan vida.

El vino que tenemos
mira si tendrá valor;
que hasta lo bendice el cura
detrás del altar mayor.


¿Quienes somos nosotros para contradecir a los propios dioses y a la sabiduría popular?: ¡Salud hermanos!

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