miércoles, 5 de julio de 2006

Papiro, rollo, códice, libro o ebook


El otro día, intenté conseguir en las principales librerías de mi poblado (de 30.000 habitantes) un par de novelas archiconocidas; El lobo estepario y Solaris. Y, ¡Sí! Para mi tristeza, más que para mi desilusión, ni las tenían, ni parecía que las fueran a tener. He de decir en defensa de los libreros, que, al verse obligados a negarme los libros, asomaba a sus ojos un sentimiento que parecía una mezcla de pena y vergüenza.

Incluso uno de ellos, al pedirle “El lobo estepario” musitó -exactamente como si fuera un fragmento del Padre Nuestro-, con voz susurrante y queda, apenas audible: ¡Hermann Hesse! Como si acabáramos de cometer una especie de sacrilegio, buscamos sin esperanza al Lobo en los estantes; pero este no apareció. Entre las hojas vi asomarse unas orejas de cerdo: Era “Rebelión en la granja”. Hace no mucho leí “1984”, del mismo autor, en formato electrónico. Así que lo compré –una económica edición de bolsillo-.

Hoy, tres días después, tengo los dos ejemplares en formato electrónico, esterilizados y sin coste. Antes eran códices y rollos, ahora libros, mañana serán ebooks. Yo ya me he subido a la revolución –como podéis ver, por pura necesidad-, o tal vez a una simple decadencia.

De todas formas, he encargado Solaris en papel. Y por cierto, si buscáis, el “Yo reina”, “Sabor a hiel” y otras obras del pensamiento contemporáneo; descuidad, hay existencias de sobra. Los compradores habituales no permitirán que se agoten las existencias. En fin, tal vez, dentro de medio milenio, “Ana Rosa” sea un clásico universal y Cervantes sólo una triste consecuencia de su época (¡Y por el mago Agamenón, que no estoy intentando ironizar!).

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