miércoles, 24 de agosto de 2011

Maturana y Varela.


Imágenes solo enlazadas. 
Me ha llamado la atención como según me parece entender de Maturana y Varela (en las imágenes) , biólogos chilenos de reconocido prestigio e impresionantes trayectorias, afirman que cuanto menos, la metáfora del ordenador para representar la mente es inadecuada.

En su libro divulgativo “El arbol del conociminto”, muestran como los organismos vivos, tienen algunas características definitorias como la autopoiesis y la clausura operacional. La cuestión de la recursividad es clave en su planteamiento.

Ofrecen una serie de ejemplos para defender su perspectiva, como el ojo rotado de la rana, el lento movimiento herbáceo de la sagitalia en correlación con el medio (nótese que no digo “en respuesta a”), el más rápido del protozoo, pero de naturaleza equivalente al anterior. La correlación sensomotora de un protozoo y una bacteria con sus respectivos flagelos respecto al medio. La hida, que conecta en una simple red nerviosa diferentes tipos de células. Y como en animales superiores, las redes interneurales, alcanzan una complejidad asombrosa, conectándose a ellas mismas y consiguiendo una casi ilimitada cantidad de estados posibles. Ahora bien, el principio subyacente, biológico, de la conducta es siempre el mismo.

Compara lo que nosotros consideramos “conducta”, con el punto de vista de un operador de submarino, que desde fuera diríamos que ha emergido, superado los escollos, pero para él, solo habría navegado de acuerdo a los indicadores. No hay un dentro-fuera para el submarino tal como lo observa el bañista. La definición de la conducta depende del observador.

Así, el cerebro no recibe inputs y produce outputs. El medio “gatilla” o dispara ciertos elementos del sistema. La mente no es, según los autores, ni solipsista ni representacional. No es solipsista (no es autista, por decirlo así) ya que se mantienen correlaciones continuas entre el medio y el organismo. Y no es representacional ya que organismo no se hace un “mapa” del exterior, la arquitectura del sistema establece lo que es posible y lo que no, el medio gatilla entre “diferentes dinámicas de estados”. Como ellos dicen:

“El sistema nervioso no “capta información” del medio como a menudo se escucha, sino al revés, trae un mundo a la mano al especificar qué configuraciones del medio son perturbaciones y qué cambios gatillan éstas en el organismo. La metáfora tan en boga del cerebro como computador, no es sólo ambigua sino francamente equivocada”.

Realmente para nosotros la ilusión y la realidad es indistinguible. Parece que vivimos (o somos) en una estructura dinámica que correlaciona con el medio. Pero, realmente no tiene sentido hablar de realidad o no.

Prescindir de ciertos marcos arraigados en el pensamiento occidental, podría ayudarnos a comprender mejor, ciertos fenómenos alterados como los delirios y el autismo (de forma genérica y no DSM-forme) y otros como el lenguaje, que Maturana también trata, pero de una forma obligatoriamente más filosófica.

2 comentarios:

Amaya dijo...

Hummm... Es una interesante visión! Siempre descubriendo nuevos enfoques! ooooh

Me hace pensar una vez más en que seguimos sin resolver si la realidad está ahí fuera o no.

O si está, si verdaderamente la percibimos.

Y si no la percibimos, ni podemos hacerlo, qué más nos da cómo es la naturaleza auténtica de tal "realidad", si nunca tendremos acceso a ella plenamente y siempre nuestra realidad será exactamente esa que se construye en la interacción de nuestra estructura y lo-que-sea que haya allí fuera.

Imaginemos un delirio que no podamos hacer remitir, una alucinación que deba persistir para siempre, incorregible con farmacología. Por mucho que convenzamos al paciente que lo que vive no es real, que le imprimamos un insight de su enfermedad, no cambiaremos la vivencia que él sigue teniendo. Tendrá que creer en lo que le dicen otros como quien abraza una cuestión de fe, pero más tarde o más temprano terminará funcionando según los patrones marcados por la experiencia que él tiene cada uno de sus días.

Si no percibimos el mundo sino que lo que hacemos es convivir con los "gatillamientos" de nuestra mente, parece que eso nos hace indistinguibles del propio medio. No se sabe dónde termina aquel y dónde empieza el individuo. A lo mejor no estamos ni aquí, sino como en Matrix nos encontramos en alguna especie de bolsa embrionaria, y el mundo y la mente en realidad son la misma cosa.

Lo curioso en todo caso es que se nos "gatillen" las mismas cosas a todos (yo vivo que escribo en un blog y tú que recibes una respuesta), o al menos que se den esos "gatillamientos" de forma bastante compartida. Aunque quizá "el otro" y la experiencia compartida es también algo que surge de la propia estructura mental, en correlación con a-saber-qué.

No es imposible. Aunque me pregunto qué utilidad tiene plantearlo así. Podría invitar más a renunciar a conocer la realidad y sacar algún partido de ella que a otra cosa, si se ve de forma negativa. Jummm... Eso sí, apoya la teoría de la vida del hombre como un delirio desde su principio.

Toni dijo...

Supongo que preguntar por la realidad no tiene mucho sentido. Las realidades aparecen en la interacción. Siempre algo tendrá que detectar e interpretar lo que fuere, no puede percibirse algo sin el perceptor. Tan capital es lo uno como lo otro. El dentro y el fuera están entrelazados.

No creo que sea renunciar a la realidad, al contrario, es acercarnos más a como debe ser ésta. A tener una visión más real (paradójicamente) del mundo y de la conducta. El medio nos gatilla de forma parecida ya que compartimos una estructura parecida, sin embargo a otro animal, el mismo suceso producirá gatillamientos diferentes. Compartimos una realidad ya que nuestra estructura

Esta perspectiva, puede ser muy útil, acercarnos más a la realidad. Tal vez, estos enfoques de mano de biólogos, represente para la psicología lo que pudo significar la para la física las concepciones o planteamientos matemáticos.

Su utilidad puede ser, la de comprender ciertos fenómenos que ahora nos parecen misteriosos y sin otro planteamiento estarán siempre más allá de nuestro alcance.

Quizás la tendencia a considerar aberrantes o patológicos ciertos fenómenos, nos aleje de una comprensión científica del ser humano. Tal vez el delirio, no sea más resistente a la lógica que cualquier otra creencia. O las limitaciones del autista, o la introversión premórbida del esquizofrénico. Puedan ser consideradas dependientes de una forma particular de ordenar el mundo, tal vez su sustrato sea un cableado diferente, o otra estructura funcional inusual. Fuera de la psicopatología, puede ayudar a comprender como suerte el humano tanto de forma filogenética como ontogenética.