viernes, 26 de agosto de 2011

Cuando remedio y mal son caras de la misma moneda.


A principios de S.XX algunas enfermeras documentaron éxitos clínicos en el tratamiento de enfermos mentales. Pese a eso se les impidió que continuaran tratando a pacientes, con el pretexto de no infundir una falsa esperanza a los familiares.

Barlow D., H. Duran, V., M. (2004). Psicopatología. Madrid: Thomson. (Pág. 15).

No es tan extraño, considerando que gran parte del trastorno puede depender no tanto de la alteración del sujeto en sí, como de cómo este sujeto interacciona recíprocamente y de forma dinámica con su contexto social. En la "salud mental" existen componentes ideológicos, sociales, culturales, de etologia humana, políticos y administrativos que no pueden explicarse sobre bases biológicas.  Así, que con los simples cuidados de enfermería algunas personas alcanzaran una recuperación mental no es en absoluto extraño. Al contrario, bajo ciertas perspectivas del origen de la etiología de muchas alteraciones de la conducta, podría ser lo lógicamente esperable. Sin embargo, se despreciaron los resultados por no cuadrar con los dogmas.

También he encontrado algo interesante.


Este documento apunta a la publicación en 1885 del “Handbook for attendants on the insane” (manual para asistentes de los enfermos mentales), que se puede considerar el inicio de la formalización del cuidado mental en enfermería.

Aquí tienen una copia digital del original:


Es interesante notar que “Notas sobre enfermería: qué es y qué no es” de F. Nightingale, texto fundacional de la enfermería, data de 1859. 

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