viernes, 21 de agosto de 2020

Esperanto. Éxito y fracaso.

El Esperanto es la lengua planificada más exitosa de la historia, sin embargo la meta de convertirse en la lengua auxiliar internacional que pretendía está lejos de haberse cumplido.

Si queremos comprender las esperanzas puestas en el Esperanto no podemos desligarlo de la época en que nació; a finales del siglo XIX, en mitad de la segunda revolución industrial y con un floreciente comercio internacional. Los cambios que se produjeron en ese siglo, tanto científicos, tecnológicos como sociopolíticos sin duda imbuían a la sociedad, y especialmente a la floreciente burguesía, de unas perspectivas de progreso que en ocasiones caían en lo fantasioso.

El siglo siguiente, con sus terribles convulsiones, sean guerras mundiales, crisis económicas, experimentos totalitarios o explosiones atómicas vinieron a amortiguar aquella ilusión. No puede decirse que las esperanzas de desarrollo del siglo XIX fueran defraudadas. Lo que se truncó fue ese progreso idílico en el cual la razón humana sería capaz de conseguir frutos perfectos.

El esperanto, que no deja de ser una hebra más del tejido de la sociedad de su tiempo, nació como lengua auxiliar que permitiera un terreno común y neutral para todas las lenguas nacionales. Algo que parecería muy razonable a finales del siglo XIX pero que es difícil aceptar hoy en día por un par de evidentes razones. En primer lugar no es creíble que las naciones más influyentes, tanto sea de forma individual o colectiva, renuncien voluntariamente a sus ventajas cediendo cotas de su influencia a otros grupos.
Tampoco es esperable que un lenguaje global y vivo resistiera la fragmentación al estar en convivencia con lenguajes y realidades locales. Esos mecanismos autoorganizativos de los grupos humanos, imposibilitarían el triunfo del esperanto en los términos originales.

Estas son limitaciones externas al esperanto mismo y que aplicarían a cualquiera de los otros intentos de idioma universal anteriores o posteriores a este. Tampoco es que el Esperanto sea perfecto como atestiguan las diferentes versiones que pretenden mejorarlo, empezando por el Ido, y la constante amenaza reformista.

Respecto al esperanto en sí, a parte de las conocidas críticas de eurocentrismo, sexismo, etc, en las que no nos detendremos, se ha puesto en boca del mismo Tolkien (quien incluso participó en algún congreso de esperanto) que el Esperanto no tenía perspectivas de triunfo al carecer de una mitología propia. El mismo creador de la lengua, el oftalmólogo polaco Zamenhof, era consciente de la necesidad de un respaldo cultural y se afanó por darle un cuerpo de textos traducidos y originales que lo sustentara.

Sin embargo hay que fijarse en que asociado al Esperanto hay un relato de un idioma universal mediante el cual los grupos humanos se hermanan voluntariamente en pie de igualdad en pos de la concordia y la paz universal. No deja de ser la imagen especular del caos y la división representados por la leyenda de la Torre de Babel.

Y aunque la esperanza de esta consumación no parece que sea abrazado por la mayoría de hablantes o personas interesadas en el esperanto en la actualidad. Incluso en la época pre internet existía una cierta renuncia de la corriente finvenkista del esperanto (de Fina Venko; victoria final), como reflejaría el manifiesto de Rauma en 1980. Sin embargo este anhelo es una imagen consustancial al Esperanto.

Ese relato de alcanzar un futuro idílico no deja de ser el mito que tanto ha sustentado como frustrado al Esperanto. De alguna forma el esperanto tiene una historia fantástica y deslumbrante que lo acompaña. De ese modo, no es que el esperanto no tenga leyendas, tal vez lo que suceda es que están tan pegadas a su superficie y son tan atractivas de creer que nos cuesta verlas.

Si no lo han hecho ya, les invito a que descubran ese interesante lenguaje que es el Esperanto. Hoy en día, gracias a los recursos de los que nos provee la red, es más fácil que nunca. Además, ahora y por tiempo limitado, viene con un mito de regalo. 

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