viernes, 18 de marzo de 2011

La vida es una tómbola.


El azar... la impredictibilidad, el descontrol. ¿Es sinónimo de caos, de desorden?

Bueno, quizás también, como contrapunto, podemos entender el orden y el control como lo inerte o estático. 

Veamos un ejemplo. 

La nueva ley de apellidos, en que en caso de no acuerdo de los padres, se impone el orden alfabético. 

Imaginemos un mundo en que nadie se pone de acuerdo, y que efectivamente se impone sistemáticamente el orden alfabético. Vamos... que desterramos el azar. Un mundo ordenado y previsible; ¡magnífico! ¿o quizás no?

Una analogía para ver que podría pasar ( o terminaría por pasar tarde o temprano).

Simplificando monstruosamente y para no calentarme mucho la cabeza, aquí tenemos a 16 individuos que se emparejan con quien tienen a la derecha, produciendo la siguiente generación. 

aa ba ca da
ab bb cb db
ac bc cc dc
ad bd cd dd

1ª generación

ab cd
ab cd
ab cd
ab cd

2ª generación

ac ac
ac ac

3ª generación

aa
aa

En cualquier orden de elección, a la 3ª generación, solo quedaran sujetos apellidados “aa”.  Ya ven, quizás el azar no es tan mala cosa... 

Lo imprevisible... un motor de la vida. 

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