domingo, 19 de diciembre de 2010

La luz.

Un corazón palpita, se acelera, se calienta.

Y se inflama. Sus fibras se retuercen; su sangre gotea.

Empieza a arder con un rojo fuego; rasgado, a borbotones se desangra.

Y se carboniza. Una llama azulada se mantienen en sus tizones.

La tenue llama lo calienta, más y más.

Y se calcina, llegando a la blancura de la incandescencia.

Y ya solo queda una luz.

Una horrible brillante luz.

En la que los ojos estallan y se evaporan.

Y solo se escucha un latir.

No hay comentarios: