Odisea. Canto XIII. Ulises, conversando con Atenea le pide ayuda para la contienda al regresar a su hogar.
“[...] De pie y a mi lado infunde en mi ánimo una gran audacia, como el día en que hubimos de destruir las fuertes murallas de Troya. Si permaneces a mi lado llena de ardimiento, ¡oh Atenea de los ojos claros!, si tú me ayudas, ¡oh venerable Diosa!, yo lucharía solo contra trescientos guerreros.”
Odisea. Canto XXII. Atenea, reprende y anima a Ulises en la lucha tras superar la prueba del arco y las hachas.
“[...], y Atenea se indignó al punto, y recriminó a Ulises con estas airadas palabras:
-No tienes, Ulises, el vigor y la bravura de cuando combatiste en la ruda contienda con numerosos guerreros, y por tu consejo fue tomada Príamo, la cuidad de amplias calles. ¿Por qué ahora, que has regresado a tus lares y a tus haciendas, dejas de ser valeroso frente a los pretendientes? ¡Ea, caro Ulises! ¡ Permanece a mi lado, mírame luchar y fíjate si contra tus enemigos, Mentor Alkimida te paga el bien que le has hecho!
Así, hablo, pero aún no le otorgó la victoria, deseosa de probar la fuerza y el valor de Ulises y de su ilustre hijo, y tomando la forma de una golondrina, fue a posarse, volando en la viga de la espléndida sala.”
En los años 80, se emitía Ulises 31. Una crítica a la serie dice que su estructura era metódica y que de la mano de la ciencia ficción presenta una historia de mitología clásica. A veces oscura, quizás más interesante para adultos que para niños. De todas formas, tiene acción suficiente para distraer a todo el mundo. [1].
Igual la recuerdan ( ya no hacen estas cosas... tuvieron suerte de no nacer en la época de los teletubies).
“[...] De pie y a mi lado infunde en mi ánimo una gran audacia, como el día en que hubimos de destruir las fuertes murallas de Troya. Si permaneces a mi lado llena de ardimiento, ¡oh Atenea de los ojos claros!, si tú me ayudas, ¡oh venerable Diosa!, yo lucharía solo contra trescientos guerreros.”
Odisea. Canto XXII. Atenea, reprende y anima a Ulises en la lucha tras superar la prueba del arco y las hachas.
“[...], y Atenea se indignó al punto, y recriminó a Ulises con estas airadas palabras:
-No tienes, Ulises, el vigor y la bravura de cuando combatiste en la ruda contienda con numerosos guerreros, y por tu consejo fue tomada Príamo, la cuidad de amplias calles. ¿Por qué ahora, que has regresado a tus lares y a tus haciendas, dejas de ser valeroso frente a los pretendientes? ¡Ea, caro Ulises! ¡ Permanece a mi lado, mírame luchar y fíjate si contra tus enemigos, Mentor Alkimida te paga el bien que le has hecho!
Así, hablo, pero aún no le otorgó la victoria, deseosa de probar la fuerza y el valor de Ulises y de su ilustre hijo, y tomando la forma de una golondrina, fue a posarse, volando en la viga de la espléndida sala.”
En los años 80, se emitía Ulises 31. Una crítica a la serie dice que su estructura era metódica y que de la mano de la ciencia ficción presenta una historia de mitología clásica. A veces oscura, quizás más interesante para adultos que para niños. De todas formas, tiene acción suficiente para distraer a todo el mundo. [1].
Igual la recuerdan ( ya no hacen estas cosas... tuvieron suerte de no nacer en la época de los teletubies).
Tal vez la Atenea de la serie sea Shirka [2], la computadora central de la Odiseus. Un personaje que contrasta con el HAL de Kubrick (se dice que es un acrónimo hecho con las letras antecedentes de IBM, pero Negroponte simplemente dice que no [3]. Realmente es Heuristic ALgorithmic Computer. Pero a mi me hace gracia que el robot de la película Metrópolis, de Fritz Lang, se llame HEL –o su copia robótica-. Una película de ciencia ficción de 1927.).
HEL.
Shirka.
Bueno, va... y el pobre y archiconocido HAL 9000 (no es malo, sólo que a veces, pues... les suspende la hibernación a los astronautas o los deja a su suerte en el vacío espacial... pero, nada, travesuras XD).
Notas.
[1] http://homecinema.thedigitalfix.co.uk/content.php?contentid=11805
[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Ulises_31
[3] Negroponte, N. (2000). El mundo digital. Barcelona: Ediciones B. Pág. 115.
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