lunes, 14 de julio de 2008

El Mundo diplomático en frikidistés

En un quiosco cualquiera me ha sorprendido un periódico de 32 páginas que cuesta 4 euros... “Le Monde diplomatique en español”. Como soy así de estúpido, voy y me lo compro (total, estoy acostumbrado a que me engañen). Y cual fue mi sorpresa (que ya sospechaba –pese a ser estúpido-) que el periódico no tenia ni anuncios, ni “opinión editorial”.

Claro, los franceses desde detrás de los pirineos tienen pocas manías en decir lo que les parece (previo pago, claro). Y en esta ocasión, me quito el sombrero, 4 euros bien invertidos (por desgracia para la humanidad, soy demasiado pobre para suscribirme y demasiado perezoso para ir a leerlo a la biblioteca).

Pero, bueno, pueden leer la edición digital.

http://www.monde-diplomatique.es/isum/Main?ISUM_Portal=1

Y ver un “ranking” de opiniones sobre nuestros periódicos de 300 páginas, más dominical a todo color por 1 euro.

http://www.ciao.es/Prensa_nacional_12450_3

Si lo principal para solucionar un problema es reconocerlo... Si es que... Soy un "desgraciao".

jueves, 10 de julio de 2008

viernes, 4 de julio de 2008

Para que yo me llame Ángel González.

[...] un escombro tenaz, que se resiste a su ruina,
que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan a ningún sitio.
El éxito de todos los fracasos.
La enloquecida fuerza del desaliento.
Ángel Gonzalez


jueves, 3 de julio de 2008

La vida y la muerte.


Un día se encontraron con un armado, que se retiraba del campo de batalla, un grupo de jóvenes con ganas de divertirse.

Tan pobre era, que su única vestidura era su armadura de cuerpo entero. Caminaba pesada y fatigosamente hacia su pueblo, ya cercano.

Los chavales, entre diversión y curiosidad de encontrar a un soldado, e imaginando fantásticos y heroicos combates, entablaron una pequeña lucha con aquel extraño personaje. ¡Un juego!... La gruesa armadura amortiguaría cualquier golpe -pensaron-. Los muchachos se inflamaron con la idea y una lluvia de pedradas cayó sobre aquel tercio desarmado.

El soldado, esperando que agotada su curiosidad, los zagales lo dejaran en paz, continuó su camino al pueblo, con aire de impasibilidad.

Impresionados por la entereza del chapado andante, la emprendieron a garrotazos. Era curioso y divertido, las planchas ni se aboyaban, a pesar de que la figura cayó al suelo un par de veces, la superficie de la armadura permanecía intacta.

Por fin el soldado, aturdido, adquirió una pose propia de quien va a asestar un golpe... satisfechos por haber hecho mella en él, por haber iniciado el juego, los muchachos continuaron su camino alegremente, saltando, jugueteando, riendo.

El tercio viejo, a unos metros de su pueblo natal, se recostó en un árbol.
El sol delineaba el estático perfil de una coraza.
De la base del yelmo, inclinado sobre el pecho, fluía un brillante hilo de sangre.

Vease:
Sobre la imagen.